Los indígenas del Amazonas llegaron
hasta la Conferencia del Clima de la ONU que se lleva a cabo en Polonia con una
oferta a la comunidad internacional: salvar
sus bosques para contribuir así al enfriamiento del planeta porque,
dicen sus líderes, “es hora de mirar a la tierra” y dejar debates estériles.
“El Amazonas sufre mucha presión,
está enfermo, pero hay posibilidades de salvarlo y debemos hacerlo, porque es
fundamental para el planeta”, explicó hoy el responsable de la Coordinadora de
Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), el ecuatoriano Juan
Carlos Jintiach.
“La deforestación es nuestro
gran problema”, denunció Jintiach, quien explica
que el cambio climático ha supuesto para su pueblo “la pérdida de ecosistemas, provocó la
pérdida de especies de flora y fauna y afectó a la alimentación, especialmente
al consumo de grasas porque la caza cada vez escasea más“.
Un cambio climático que, aunque se
deja notar en todo el planeta, afecta especialmente al modo de vida de
comunidades tradicionales como la de los indígenas del Amazonas.
“Es hora de acciones inmediatas”,
pidió Jintiach, quien recordó que los esfuerzos llevados a cabo hasta ahora por
la comunidad internacional para frenar el calentamiento global han fracasado.
A su juicio, los propios Estados y las grandes
multinacionales siguen siendo los responsables directos de la degradación
ambiental que contribuye a ese calentamiento.
“Sin embargo los pueblos indígenas
amazónicos, a través de nuestros conocimientos ancestrales y nuestra
cosmovisión unida a la madre naturaleza, tenemos la propuesta alternativa como
parte de la solución”, aseguró el responsable de la COICA.
“Si esta sabiduría ancestral fuese
política de los Estados y se aplicase, el mundo cambiaría”, afirmó Jintiach.
Ir más allá de las
palabras
Para los indígenas del Amazonas hay
que ir más allá de meras “declaraciones” y de grandes cumbres internacionales,
por eso piden que se reconozcan sus derechos para ofrecer sus bosques como
“contribución efectiva” para frenar el calentamiento global.
En esto consiste fundamentalmente el
Plan de Vida Plena de
Gestión o Manejo Holístico de Territorios de Vida Plena,
elaborado por la COICA, que parte de 170 millones de hectáreas que son de
propiedad de miles de comunidades indígenas, y los más de 100 millones de
hectáreas adicionales pendientes de titulación.
“Cuando nos den esos derechos sobre
nuestros territorios podremos aplicar nuestra cosmovisión, acabar con la
explotación comercial de los bosques y la presencia de grandes empresas
internacionales”, señaló Jintiach, uno de los líderes de las comunidades que
luchan por que la región siga siendo el “pulmón del mundo”.
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