La deforestación en pantanos, ciénagas y lagos vuelve
esos entornos más húmedos, según un estudio publicado hoy en la revista
científica Science, que advierte de que no se está prestando
suficiente atención a este fenómeno.
El equipo liderado por Craig Woodward, de la
Universidad de Queensland en Brisbane (Australia), indica que la
mayoría de los estudios sobre el impacto humano en el medioambiente hechos
hasta ahora no se ha diseñado para analizar este factor.
Los estudios, explican los expertos, se han centrado
tradicionalmente en la calidad del agua en las zonas húmedas después de
sufrir la deforestación, y habitualmente se ha detectado un impacto en
la carga de nutrientes y la erosión en las cuencas de drenaje.
El equipo de Woodward evaluó cientos de análisis de
todo el mundo sobre 245.000 humedales y registros fósiles de Australia
y Nueva Zelanda para determinar el impacto de la deforestación, y descubrió que
la deforestación de zonas húmedas trae “mucha más agua a la región”.
El algunos casos, el repunte en la pluviosidad anual trae
hasta un 15 por ciento más de lluvias, por lo que piden mejor gestión
y el cuidado de los humedades porque “podría tener consecuencias no
intencionadas” en varias regiones del mundo.
Además, advierten de que, si no se plantea una estrategia de
conservación teniendo en cuenta este efecto, “algunos de los humedales
del mundo podrían desaparecer por completo”.
Según los investigadores, entre el 9 % y el 12 % de
los humedales del mundo han sido deforestados en algún momento, incluyendo
entre el 20 % y el 40 % de los que fueron listados como importantes por el
tratado de Ramsar.
Ese tratado intergubernamental fue firmado por 160 países en
1971, con el objetivo de garantizar la conservación y el uso racional de
los humedales.
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