jueves, 24 de julio de 2014

Nuevos Tesoros Humanos Vivos de la cultura nacional

Los Tesoros Humanos Vivos son personas que encarnan, en grado máximo, las destrezas y técnicas necesarias para la manifestación de ciertos aspectos de la vida cultural de un pueblo.

Fuente: SERNATUR, Chile es Tuyo. 





Las personas que ostentan dicha denominación constituyen un patrimonio cultural intangible, profundamente vinculado al pasado, agentes de la música tradicional y popular, la danza, los festejos y la artesanía, así como de ciertas tradiciones orales y lenguas de ámbito regional; todas tradiciones que tienden a desaparecer o están en vías de extinción al ser rápidamente reemplazadas por una cultura internacional estándar, promovida no sólo por la modernización socioeconómica, sino también por el enorme avance de las técnicas de transporte e información.

Chile, en una labor que desarrolla el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, desde el año 2009 a la fecha ha reconocido 32 Tesoros Humanos Vivos a lo largo del país, motivándolos e incentivándolos a que contribuyan a la salvaguardia de las manifestaciones de patrimonio cultural inmaterial que desarrollan, por su alta significación para sus comunidades y para el país, con el objetivo de garantizar que los portadores de este patrimonio sigan aumentando sus destrezas y saberes, y los transmitan a las generaciones siguientes.

Este año, el proceso de selección estuvo a cargo de Comités Expertos Zonales que sesionaron en Arica, Santiago, Chillán y Puerto Montt, más un Comité Experto Nacional. Todos fueron conformados por personas del ámbito público y privado, académicos y representantes de la sociedad civil, entre otros.

En este proceso los comités otorgaron la distinción como Tesoros Humanos Vivos de Chile:
Al Ngütamchefe de Tirúa, Región del Biobío; grupo que mantiene viva la medicina tradicional mapuche, conocedores de la forma, funciones y posición de los huesos y encargados de componerlos cuando han sufrido roturas o alteraciones en su posición.

Nemesio Moscoso, oriundo de La Tirana, Región de Tarapacá, hace 52 años es fabricante y reparador de la bandola aymara, instrumento de cuerdas tradicional del altiplano tarapaqueño, empleado para los carnavales, floreos y trilla de la quinua.

Arturo de Jesús Lucero, de la localidad de Larmahue, Región de O’Higgins, fue reconocido por ser el único constructor y reparador de las “Ruedas de agua de Larmahue”, elemento icónico e identitario de la zona.

Domitila Cuyul, de la comuna de Quellón, en la Región de Los Lagos, es Maestra de Paz, y como tal, responsable de realizar ritos y ceremonias del pueblo williche en Chiloé. El Comité Experto la reconoció por ser una figura que representa el sincretismo cultural del territorio chilote heredado del contacto indígena-hispano.

Mónica Venegas, representante de la Unión de Artesanas de Quinchamalí, uno de los tres colectivos reconocidos. Oriundas de la localidad de Quinchamalí, Región del Biobío, se trata de 15 mujeres dedicadas a la fabricación de una alfarería única en la zona, centrada en figuras de greda negra con superficie esgrafiada.

Grupo de Carpinteros de Ribera de Lanchas Chilotas, de la localidad de Mañihueico, Región de Los Lagos. Son navegantes y carpinteros de lanchas chilotas, embarcaciones únicas en el mundo. Gracias a este transporte se llevaron maderas de alerce hacia el archipiélago de Chiloé, las que hoy recubren sus iglesias y antiguas casonas.


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