En áreas donde antes hubo especies endémicas, pero que
por la tala indiscriminada hoy se han transformado en terrenos degradados, la
Conaf está levantando pequeños núcleos con árboles melíferos, como una forma de
ayudar a pequeños agricultores y rescatar los suelos.
Fuente: El Mercurio, 21 de
septiembre, 2015.
En Panguipulli, Región de Los Ríos, entre 1930 hasta inicios
de 1970, el ulmo (Eucryphia cordifolia) fue ampliamente explotado por la
calidad de su madera.
En aquellos años, los leñadores usaban la técnica del
floreo, que consistía en cortar los mejores árboles del bosque, los más
derechos y largos, para convertirlos en leña o en durmientes de puente.
Lamentablemente, esos árboles eran los que proveían las semillas para generar
nuevos ejemplares, lo que dio espacio al crecimiento de matorrales y hierbas
sin valor.
Como una forma de abordar el problema, la Conaf y la
Municipalidad de Panguipulli están desarrollando un inedito proyecto que busca
recuperar los bosques degradados en base a la producción de miel, iniciativa
que hace unos días fue mostrada a expertos y delegados del Proceso de Montreal,
que se dieron cita en Valdivia.
El proyecto, que se enmarca en el Programa de Arborización
+Árboles para Chile, de la Conaf, establece núcleos de plantaciones con árboles
melíferos como el ulmo -cuyas flores dan un néctar que produce miel de buena
calidad-, para que así las abejas tengan alimentación permanente.
La Conaf entrega las plantas y realiza el acompañamiento
técnico, mientras que el municipio dona los materiales para construir los
núcleos. Se trata de espacios de 650 metros cuadrados donde antes hubo densos
bosques nativos, cercados con mallas metálicas que impiden el paso de los
animales, explica Rodrigo Pedraza, jefe provincial de Conaf Valdivia. Terrenos
actualmente degradados por la tala indiscriminada.
Es el caso de la propiedad de Anaisa Catricheo, pequeña
agricultora de Coñaripe Alto, localidad distante a unos 42 kilómetros de
Panguipulli, donde hace un mes la Conaf instaló un núcleo con especies como
meli, arrayán, notro y avellano.
Estas especies, en un año, darán sombra y
protección a los ulmos que serán plantados allí más adelante.
El predio de Catricheo muestra clara evidencia de
degradación: hace décadas, fueron talados los últimos árboles nativos para
hacerlos leña, luego de eso los animales se comieron todas los brotes que
lograron germinar luego del corte. “Cuando un bosque se ha degradado existe
vegetación, pero deben pasar muchos años para que formen un nuevo bosque. Con
la conformación de núcleos apuramos el proceso”, explica Pedraza.
Gracias a la miel que ha obtenido, cuenta Anaisa Catricheo,
ha podido diversificar sus ingresos gracias a la alta demanda que tiene el
producto en verano. “La miel me genera hartos ingresos. Cosecho unos 2 mil
kilos al año y casi todo se vende a los turistas que llegan acá”.
Según explica Pedraza, el proyecto “apunta a recuperar los
bosques nativos, les damos valor, diversificamos los ingresos de las familias
que viven de esto, del turismo y del bosque, y además se le empieza a dar un
valor no tan maderero. Además, logramos recuperar suelos que no tienen mucho
uso”.
Manejo sustentable
El Proceso de Montreal es un grupo compuesto por
representantes de 12 países -entre ellos Chile, Canadá, Japón y EE.UU.-, que
trabajan conjuntamente para fomentar el manejo sustentable de sus bosques. Los
delegados, reunidos en Valdivia hace unas semanas, pudieron conocer la
iniciativa que desarrolla la Conaf.
“Esto tiene que ver con que los pequeños propietarios que
viven aquí necesitan recursos. Y ante terrenos que se encuentran degradados, lo
que podemos hacer es apoyar para que se recuperen y crezcan especies
interesantes que beneficien a los propietarios, como con la producción de
miel”, explica Andrés Meza, gerente de Áreas Silvestres Protegidas de la Conaf.
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